"La inteligencia emocional engloba todas aquellas capacidades que nos permiten resolver problemas relacionados con las emociones y los sentimientos. Para ser felices es más importante saber descifrar lo que nos ocurre y actuar en consecuencia, que tener almacenados muchos conocimientos y no saber hacer uso de ellos. La educación emocional busca el crecimiento integral de las personas para conseguir un mayor bienestar en la vida." (Moreno, 2001).
Ayudar a gestionar las emociones es básico para cualquier persona, si los alumnos aprenden a gestionar sus emociones lo agradecerán mucho en un futuro. Es una etapa donde los alumnos se descubren y donde la socialización cobra un papel muy importante. Entender las emociones es primordial, sentimientos como el miedo, la inseguridad, la ansiedad, entre otros son normales pero hasta un cierto punto. Si estas emociones se convierten en negativas e impiden a los niños tomar decisiones o hacer acciones hay que encontrar una solución. Por todo ello es importante ayudar a los niños a convertir estos sentimientos negativos en positivos, trabajar los sentimientos para poder gestionarlos en la mayor medida posible ya desde la etapa de educación infantil.
¿Cómo podemos hacerlo?
Lo principal es hacer que el niño tenga conciencia de sus emociones, tanto las positivas como las negativas. Es necesario identificar cada una de estas emociones y tenerlas como algo que nos puede hacer daño.-
Para ello podemos preparar una actividad plástica
donde juguemos a identificar emociones. Antes de realizar la búsqueda de
imágenes que nos susciten emociones en casa, con ayuda de los
familiares, proponemos hacer una sesión donde en la misma clase se
puedan proyectar diferentes caras de niños con diferentes emociones, por
ejemplo, un niño contento, triste, asustado, sorprendido, etc. Entre
toda la clase y con ayuda del profesor los niños deberán identificar
emociones y describir situaciones donde han podido sentir estas
sensaciones.
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Para poder seguir identificando dichas emociones podemos recurrir al diccionario de las emociones.
Es un juego muy eficaz para que los niños aprendan a interiorizar sus
emociones. Se utilizan cartulinas donde los alumnos escriben, en letras
grandes, los nombres de una emoción: tristeza, alegría, rabia, etc.
Después tienen que hacer un dibujo inspirado en dichas emociones y en la
respuesta, emocional y/o física.
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Otra opción muy familiar para los niños y muy efectiva son los cuentos que nos hablan de emociones concretas. Por suerte cada vez tenemos más literatura infantil
que nos permite trabajar las emociones, en el aula se podrá leer,
comentar y reflexionar acerca de las emociones que se quieran trabajar.
En la red existen un sinfín de referencias bibliográficas que nos
ayudarán enormemente con nuestro trabajo en este sentido.
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Para gestionar particularmente las emociones negativas existe un recurso conocido pero muy efectivo, una especie de caja o cajón de los miedos.
Los niños han de conocerla previamente y han de tener muy claro su
funcionamiento. Trataremos de hacer una reunión a modo de asamblea donde
se presentará dicha caja, es importante explicar que es una caja
especial, capaz de retener todos los miedos y malos sentimientos que
pueden sentir los niños en cualquier momento. No es necesario que los
experimenten en el momento, es decir, pueden haber tenido una
experiencia mala en otro lugar ajeno a la clase que les haya hecho
sentirse mal o tener miedo y podrán ir a la caja de los miedos y
depositar esa experiencia, ese sentimiento en ella en cualquier momento.
Lo importante es que sepan que los miedos se quedan dentro de la caja y
no vuelven a salir, del mismo modo que sean capaces de identificar sus
miedos y poder expresarlo para dejarlo “guardados” en la caja. También
se aprovechará ese momento para explicar posibles soluciones o formas de
enfrentarse a esos sentimientos, dotándoles así de recursos para
reconducir sus emociones negativas y hacerlas frente en vez de
omitirlas.
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Otra manera de ayudarles es con distintas técnicas de relajación
en clase. Visualizaciones con situaciones placenteras que calman la
ansiedad y la angustia, produciendo efectos positivos y distrayendo a
los niños de las sensaciones y sentimientos negativos.
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